La manera de la Inmaculada

por Padre Joseph Roesch


Dios desea que todos nosotros seamos como María, puros y sin mancha alguna. Su Inmaculada Concepción es un signo para nosotros de lo que podemos llegar a ser. Dios preservó a María, desde el momento de su concepción, de toda mancha del pecado porque ella se convertiría en la Madre de Dios. Ya que Jesús moriría algún día en la cruz para salvarnos del pecado, Dios aplicó esta gracia en María antes de que ella fuera tocada por el pecado de alguna manera.

Él también la preservó de cualquier concupiscencia, la tendencia hacia el pecado que nos afecta a todos incluso después de confesar nuestros pecados. A pesar de que el pecado es atractivo para nosotros en nuestro débil estado aquí en la tierra, Dios desea que nos convirtamos en santos libres de todo pecado. Jesús enseño "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5, 8). María nunca vio el pecado atractivo ya que ella estaba llena de gracia y con su pureza ella pudo ver claramente la voluntad de Dios.

En el cielo, todos seremos puros de corazón, sin embargo Dios quiere que comencemos este proceso ahora mientras estamos en la tierra. El plan de Dios es que la Iglesia, la cual es conformada por todos los que han sido bautizados, se convierta en una Iglesia en esplendor, "sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada" (Ef 5, 27).

Nosotros los Marianos tenemos a María Inmaculada como Patrona y estamos llamados por nuestra regla a escapar de todo pecado, por más pequeño que sea, y de esta manera no ofender a Dios a propósito. Nosotros cometemos pecados por nuestra debilidad, pero tratamos de evitar el pecado premeditado.

El Segundo Consejo del Vaticano nos recuerda que todos los hijos de Dios están llamados a la santidad. Dios quiere que todos seamos santos, no sólo los sacerdotes y religiosas. Hay una hermosa escultura en el lugar de coro en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, DC, que representa el "Llamado Universal a la Santidad." El centro de esta escultura es el Espíritu Santo, el Santificador, y del Espíritu los rayos de misericordia y la luz que se extienden a todas las personas en diferentes caminos de la vida. María Inmaculada está al lado del Espíritu, buscando traer a todos sus hijos sin peligro a casa. Dios nos ha elegido "antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia" (Ef 1,4). Muchos de nosotros que tratamos de sobrevivir en nuestra vida cotidiana nos preguntamos, ¿cómo es posible convertirnos en santos?

¿Cómo es esto posible? La Iglesia nos enseña que Cristo ama a la Iglesia como un novio ama a su novia; Cristo se ha entregado a la Iglesia a través de Su sacrificio en la cruz, al derramar Su Sangre por nosotros, Él nos santifica, nos hace santos y nos limpia de nuestros pecados. Esto no lo podemos hacer por nosotros mismos, pero si entregamos nuestras vidas a Jesús y le pedimos que Él se haga cargo, Él lo hará por nosotros.

Cada circunstancia que vivimos puede ayudarnos a crecer para alcanzar la santidad, como fue el caso de María y los santos. Cada labor que Nuestra Señora hacía en el hogar de la Santa Familia en Nazaret contribuyó a su santidad ya que ella realizaba cada tarea con humildad, obediencia y con la intención más pura de llevar a cabo la voluntad del Padre.

Santa Bernardita era una pequeña niña a quien Nuestra Señora se le apareció en Lourdes, Francia, en 1858. Ella se convirtió en religiosa, siendo muchas veces incomprendida por sus propias compañeras. En una ocasión estuvo enferma y tuvo que permanecer en la enfermería. Una de las hermanas pensó que sólo pretendía estar enferma para así no ir a la capilla y orar con las otras hermanas, mirando a Santa Bernardita con desdén le dijo: "¿Qué crees que estas haciendo aquí?" Ella inocentemente le respondió "Yo estoy haciendo mi trabajo, estoy enferma." El trabajo que el Señor le dio en ese momento era aceptar su enfermedad y soportar la incomprensión y al ella hacer esto, creció en santidad.

Para crecer en santidad, los Marianos estamos llamados por nuestra regla a examinar nuestra conciencia dos veces al día y tratar de confesarnos dos veces al mes. Una regla general para ustedes, como Auxiliares Marianos, sería examinar su conciencia cada noche y tratar de confesarse al menos una vez al mes. Al abrir nuestros corazones hacia la gracia de Dios, la santidad es alcanzable para todos nosotros. Nuestra Santísima Madre también nos enseña como llegar hasta ese punto cuando buscamos su ayuda, especialmente a través del rosario.

Cuando Nuestra Señora se le apareció a Santa Bernardita en 1858, los sacerdotes locales le dijeron que le preguntara quien era esta Señora. La Virgen respondió "Yo soy la Inmaculada Concepción", los sacerdotes bastante confundidos le dijeron a Santa Bernardita que tal vez lo que ella quiso decir era 'Yo soy el fruto de la Inmaculada Concepción', ya que la Iglesia había establecido el dogma de la Inmaculada Concepción 4 años antes.

La verdad es que la Inmaculada Concepción no es únicamente un regalo a Nuestra Señora para ser un instrumento más digno en las manos de Dios. Esto se convirtió en su identidad, su esencia, su nuevo nombre. Ella es la Inmaculada, sin mancha alguna, toda la belleza, la Immaculata. Su estado sin pecado alguno y el estar llena de gracia lo cambia todo, como se relacionaba con el mundo y con Dios, siendo afectadas todas sus decisiones y opciones por este regalo.

Todo lo que hacemos es afectado por la presencia o ausencia de la gracia y el pecado en nuestras vidas, ya que el pecado nubla nuestra visión, perspectivas y el juicio. La pureza de nuestros corazones en cambio, no da la claridad en nuestros pensamientos y en nuestra visión, nos ayuda a percibir la voluntad de Dios más clara y seguramente.

Al aceptar nuestras responsabilidades y obligaciones en nuestra vida, llevando amor y perdón en todas nuestras relaciones, comenzando a orar de corazón y haciendo de nosotros mismos un regalo sincero para Dios, podemos comenzar a crecer en la santidad. Nuestra Señora nos ayudará.

You might also like...

Cada 11 de febrero la Iglesia Católica celebra la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, advocación Mariana cuyo origen se remonta a las apariciones de la Madre de Dios a Santa Bernardita en 1858, en Francia. 

La celebración del Miércoles de Ceniza nos invita hoy a una profunda revisión de nuestra vida, de nuestras actitudes y criterios de comportamiento; a iniciar un serio proceso de conversión y de purificación. Cuaresma es un tiempo de gracia que Dios nos concede como un regalo.

Recordemos que "mediador" es alguien que se pone entre las partes para ayudar a unirlas. Por lo tanto, si Nuestra Señora Madre de Jesucristo-Dios y Madre de todos al pie de la cruz, intercede para unir a Su Hijo con todas las almas, entonces podemos llamarla con toda razón Mediadora.