El Inmaculado Corazón de María

La fiesta del Inmaculado Corazón de María está íntimamente ligada a la del Sagrado Corazón de Jesús. Los Corazones de Jesús y de María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad desde el momento de la Encarnación.

En esta fiesta honramos la vida moral de la Virgen: Sus pensamientos y afectos, sus virtudes y méritos, su santidad y toda su grandeza y hermosura; su amor a Dios y a su Hijo Jesús, y a los hombres, redimidos por Su sangre. Al honrar el Corazón Inmaculado de María lo abarcamos todo, como templo de la Santísima Trinidad, remanso de paz, tierra de esperanza y cáliz de amargura, dolor y gozo.

Qué interesante es que María le haya dado su sangre y su vida al Niño Jesús, pues, aunque la generación del Hijo se realizó por obra del Espíritu Santo, pasó por las fases de la concepción, la gestación y el parto, como todos los seres humanos.

Pero la maternidad de María no se limitó al proceso biológico de la generación, sino que ella contribuyó personalmente al crecimiento y desarrollo de su Hijo, y le enseñó a comer, hablar, rezar, leer y comportarse en la sociedad. Y todo esto inspirada y animada por el puro y abnegado amor maternal que siempre demostró.

Aunque fue ella quien le enseñó a Jesús la cultura y las tradiciones del pueblo de Israel, sería Él quien le revelara a ella su plena conciencia de ser el Hijo de Dios, según la voluntad del Padre. De maestra de su Hijo, María pasó a ser su discípula. Así fue como Jesús empleó los años más floridos de su vida para formar la fe de su propia Madre.

En efecto, la mejor seguidora de Cristo fue formada por el mismo Señor, Su Hijo. ¡Qué tierra más fértil la suya para recibir sus enseñanzas! Ella fue la única que dio el ciento por uno de cosecha. Pero en realidad, si nos lo proponemos, todos podemos dar fruto para el Señor; sólo basta con tomar a María como modelo e imitar su amor, su entrega, su fe y su devoción a Cristo.

"Inmaculado Corazón de María, que ardes continuamente en vivas llamas de amor divino; por Él te suplico, Madre mía, que enciendas mi tibio corazón en ese fuego divino con el que tú ardes de amor."

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Cada 11 de febrero la Iglesia Católica celebra la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, advocación Mariana cuyo origen se remonta a las apariciones de la Madre de Dios a Santa Bernardita en 1858, en Francia. 

La celebración del Miércoles de Ceniza nos invita hoy a una profunda revisión de nuestra vida, de nuestras actitudes y criterios de comportamiento; a iniciar un serio proceso de conversión y de purificación. Cuaresma es un tiempo de gracia que Dios nos concede como un regalo.

Recordemos que "mediador" es alguien que se pone entre las partes para ayudar a unirlas. Por lo tanto, si Nuestra Señora Madre de Jesucristo-Dios y Madre de todos al pie de la cruz, intercede para unir a Su Hijo con todas las almas, entonces podemos llamarla con toda razón Mediadora.