
En nuestra sociedad, existe un gran temor hacia la muerte. Raramente hablamos acerca de este tema, hasta que uno de nuestros seres queridos muere. Incluso en los velorios y funerales es difícil expresarnos más allá de unas cuantas palabras de consuelo para los que sufrieron la pérdida.
Jesús era diferente, a través de los Evangelios, existen muchas instancias en donde Él preparaba a Sus discípulos para Su Pasión y Muerte. En este pasaje bíblico, Jesús reconoce a María ungiéndolo como una profecía de Su propia muerte y sepultura ya que la costumbre en esa época era ungirle los pies al difunto como parte de la preparación para la sepultura.
Mientras los sumos sacerdotes planeaban la muerte de Jesús, María la hermana de Lázaro, llevaba a cabo este extravagante acto de amor el cual le costo trescientos denarios. Este pasaje incluye conmovedores detalles que establecen la escena: Ella le seca los pies a Jesús con su cabello, y "la casa se llenó del olor del perfume" (Juan 12, 3).
De una manera reveladora, el comentario de Jesús acerca de dejar a María continuar con lo que estaba haciendo es una respuesta al comentario de Judas acerca del costoso perfume que debió ser vendido para repartir el dinero entre los pobres.
El escritor del Evangelio nos hace saber también que Judas es un ladrón, y está únicamente pensando en enriquecerse a costa de los pobres. Lo que hace la situación aun peor es que Judas tiene un lugar entre los discípulos de Jesús y él disfruta de un lugar al lado del Maestro.
Es explicativo para nosotros el poder contrastar a María con Judas en el mismo pasaje. María está expresando su amorosa fe en Jesús mientras Él se acerca s Su muerte. Por otra parte, las fuerzas de la oscuridad e incredulidad están marcados en Judas, quien solamente piensa en sí mismo.
¿Y tú? ¿Cómo vas a poner a Jesús primero?
Mi Salvador, quiero mostrar mi amor por Ti de maneras especiales a lo largo de mi vida. Muéstrame como amarte más, como lo hizo María en Betania. Amén.