
Acabo de regresar de Madrid. Puedo decir sin lugar a dudas he vivido una de las experiencias de fe más impresionantes. Pero lejos de sentirme bicho raro, adjetivo que suelen endilgarnos los que ven desde la tribuna siempre el partido de la vida en la fe, me consuelo al recordar los interminables rostros felices de latinos, asiáticos, europeos, eslavos, anglosajones, africanos, orientales y occidentales. En todo caso éramos demasiados bichos raros. De 193 países, de los cinco continentes.
¿De qué hablo? De la vigésimo sexta Jornada Mundial de la Juventud. Otra de las genialidades, fruto de la visión profética del Beato Juan Pablo II, también conocido como el Papa Peregrino.
Si esta la primera vez que te enteras que existen las Jornadas Mundiales de la Juventud, te cuento que la primera fue en Roma en el 84. Desde entonces se han celebrado también en Buenos Aires, Santiago de Compostela, Czestochowa (Polonia), Denver (EE.UU.), Manila (Filipinas), Paris, Toronto (Canadá), Colonia (Alemania) y Sydney (Australia). Se celebran cada tres años en general y son convocadas siempre por el Papa.
Las jornadas mundiales de la juventud suponen una cascada de luz , la visibilidad de Dios en el mundo, un momento bonito para vivir y crear una red universal. No son un hecho aislado, y en ellos los jóvenes no se ven solos sino que se superan los límites de las culturas y países.
Estas increíbles jornadas juveniles están enmarcadas por la dimensión de la PEREGRINACION.Como se hizo durante toda la antigüedad, en el presente, los creyentes nos imponemos en algún momento del año ponernos en camino hacia un lugar determinado movidos por la fe. Ya lo decía Santo Tomás Moro: "No hay peregrino que regrese a casa sin tener una idea nueva y un prejuicio menos".
Por eso quienes hemos participado de esta nueva Jornada Mundial de la Juventud 2011 no hemos ido en carácter de turistas, sino peregrinos. No de vagabundos, sino de peregrinos. Nosotros conocemos nuestro destino y nuestra meta. Hemos salido de Dios y hacia Dios vamos. Cada lugar, actividad y momento compartido nos han transformado para siempre.
Antes de partir, al armar nuestro equipaje hemos tenido en cuenta llevar sólo lo necesario. Porque la peregrinación tiene como gran mensaje que el significado de la vida no se encuentra sólo al final del camino, sino en el camino mismo. En la peregrinación no hay tiempo para compras porque hay que seguir. Lo que llevamos al regresar a casa son las gracias y los recuerdos que nos hacen verdaderamente ricos a nosotros, a nuestras familias y comunidades.
La Palabra del Papa Benedicto XVI:
"La luz del cristianismo ayuda a construir una sociedad donde se respete la dignidad humana y la fraternidad real".
"Ustedes ven la superficialidad, el consumismo, y el hedonismo imperante, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción. Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices".
"La persecución larvada de los poderes públicos que pretenden acosar a los jóvenes cristianos queriendo apartarlos de Dios privándolos de los signos de Su Presencia en la vida pública y silenciando hasta Su Nombre."
El Papa defendió enérgicamente a los más inocentes amenazados por el crimen del aborto y "poner frente a sus responsabilidades a quienes creen que tienen el derecho a decidir de quiénes pueden vivir".
"Hemos de superar la idea de que la fe no tiene nada que decirle al hombre de hoy".
"La economía no funciona con reglas mercantiles sino que tiene que tener una razón ética en su base. Es necesaria la responsabilidad y el respeto a los demás".
"No se puede buscar a toda costa el beneficio, sino que hay que crear perspectivas de trabajo".
"Los animo a que nadie ni nada les quite la paz. No se avergüencen del Señor".
"Les pido un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias".
Hemos escuchado a un hombre humilde, manso, sabio y ungido por el mismo Cristo para ser Pastor Supremo del Pueblo de Dios. Hemos sido confirmados en la fe. Hemos vuelto para enfrentar el desafío posible de ser santos, para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar. Hemos sido arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe.