
San Antonio nació en Portugal pero se le dio el nombre de 'Padua' ya que en esta ciudad pasó muchos años de su vida predicando sobre la Palabra de Dios. Durante su vida se enfocó en la necesidad de vivir sencillamente para dar ejemplo a otros basado de modo especial en la fe, la humildad, la pobreza, la castidad y el amor a Dios. Desde muy joven, se esforzó por llevar una vida virtuosa, siguiendo el evangelio, compartiendo con los pobres y buscando el camino hacia Cristo.
Hoy en día, San Antonio es conocido como el patrono de las mujeres estériles, los pobres, y los viajeros. Se le invoca también por los objetos perdidos, tanto artículos materiales como personas que han perdido su rumbo. Incluso hay muchos que acuden a él para pedir un buen esposo(a). Lo que sí es cierto, es que San Antonio es reconocido a lo largo de la Iglesia por su extraordinaria intercesión ante quienes acuden a él con profunda devoción.
San Antonio nos enseña también que Cristo es el modelo de la humildad y que debemos seguir el camino para llegar a Él sin dejarnos vencer de las adversidades. Muchas veces nos sentimos derrotados ante los problemas y las tribulaciones que atravesamos como enfermedades, crisis económica, desempleo, la muerte de un ser querido, o la situación migratoria. Ya sea un sufrimiento físico, espiritual o emocional, todos hemos pasado por momentos difíciles y nos vemos forzados a llevar a cuestas una cruz.
En las Sagradas Escrituras, Jesús nos dice: "si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga" (Lucas 9, 23). Cristo nos invita a que llevemos nuestras cruces con amor y lo sigamos, recordando que sólo a través de Su gracia podemos cargarlas, ya que si tenemos a Cristo en nuestras vidas, Él hará la carga más liviana. San Antonio sentía un llamado especial a seguir el camino de Cristo, incluso exhortaba a quienes escuchaban sus sermones a que tomaran sus cruces y siguieran a Cristo también, de igual manera que Él tomó Su cruz por nosotros.
Al igual que San Antonio de Padua, aceptemos con amor las cruces en nuestras vidas siguiendo el camino hacia Cristo y llevando una vida de virtudes. Oremos para que a través de la intercesión del bienaventurado San Antonio de Padua, Dios Padre derrame sobre nosotros Su Espíritu de Amor y nos conceda la gracia que tanto anhelamos, según Su voluntad.