Mi gran deleite es unirme con las almas … Cuando llego a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas al alma, pero las almas ni siquiera Me prestan atención, Me dejan solo y se ocupan de otras cosas. Oh, qué triste es para Mí que las almas no reconozcan al Amor. Me tratan como una cosa muerta (Diario, 1385).
Me duele mucho cuando las almas consagradas se acercan al sacramento del Amor solamente por costumbre, como si no distinguieran este alimento. No encuentro en sus corazones ni fe ni amor. A tales almas voy con gran renuencia, sería mejor que no Me recibieran (Diario, 1288).
Oh, cuanto me duele que muy rara vez las almas se unan a Mí en la Santa Comunión. Espero a las almas y ellas son indiferentes a Mí. Las amo con tanta ternura y sinceridad y ellas desconfían de Mí. Deseo colmarlas de gracias y ellas no quieren aceptarlas. Me tratan como una cosa muerta, mientras que Mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia. Para que tú puedas conocer al menos un poco Mi dolor, imagina a la más tierna de las madres que ama grandemente a sus hijos, mientras que esos hijos desprecian el amor de la madre. Considera su dolor. Nadie puede consolarla. ésta es solo una imagen débil y una tenue semejanza de Mi Amor (Diario, 1447).
Retomando la promesa del perdón total, hecha por nuestro Señor, ésta resulta un recordatorio y un llamado para todos los hombres. Es el recordatorio de que él está realmente presente y verdaderamente vivo en la Eucaristía, lleno de amor para nosotros y esperando a que nos dirijamos con confianza hacia él. Y es un llamado para que todos nos purifiquemos en Su Amor por medio de la Confesión y de la Santa Comunión — sin importar la gravedad de nuestros pecados — y que empecemos de nuevo nuestra vida. él nos ofrece iniciar otra vez como una hoja en blanco en la cual no se ha escrito nada.
Para entender correctamente esta promesa, necesitamos examinarla dentro del contexto de otras promesas que Jesús nos ofrece en la Fiesta de la Misericordia. No nos promete sólo una gracia, sino gracias ilimitadas:
Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias (Diario, 699).
Esto explica por qué tantas personas experimentan conversiones impresionantes en la Fiesta de la Misericordia. Frecuentemente la gente asiste a las celebraciones en ese día con sentimiento encontrados, o para satisfacer a un amigo, o por pura curiosidad. Pero entonces Dios abre las “compuertas" de Su misericordia. Como explica Santa Faustina, si un alma ”… muestra un solo destello de buena voluntad, aunque sea el más pequeño, la misericordia de Dios realizará el resto" (Diario, 1486). “Una sola cosa es necesaria: que el pecador entreabra, aún cuando sea un poco, las puertas de su corazón a los rayos de la gracia misericordiosa de Dios, y entonces Dios realizará el resto” (Diario, 1507).
En el veredicto oficial del segundo censor teológico de los escritos atribuidos a Santa Faustina, encontramos una explicación detallada de esta efusión especial de gracias. Para que la Fiesta sea verdaderamente un refugio para todas las almas, el abismo de la generosidad de Jesús esta abierto en este día para que sean derramadas sobre las almas gracias de todo tipo y de todo grado, sin ninguna restricción — hasta la gracia más inaudita. Esta generosidad es … el motivo para invocar a la Divina Misericordia, con una enorme e ilimitada confianza, para obtener todos las gracias que nuestro Señor quiere derrochar en este domingo …
¿Qué debemos hacer para obtener estas gracias que nuestro Señor quiere regalarnos?
Otra vez, en el veredicto oficial del segundo censor teológico encontramos la respuesta. Ya que la confianza es el medio por el cual nos acercamos a la misericordia, debemos concluir que el profundo significado de las promesas y los deseos relacionados con la Fiesta es el siguiente: En el día de Su Fiesta, Jesús quiere concedernos a todos — especialmente a los pecadores — una abundancia extraordinaria de gracias. Y por eso, en este día, él espera que nos acerquemos a Su Misericordia con la confianza más grande posible.
Y ¿cómo nos acercamos al Señor con confianza? Una de las principales formas es, por supuesto, recibiendo la Santa Comunión el mismo día de la Fiesta. Pero, ¿qué hay con la Confesión? En la mayoría de las parroquias, sería totalmente imposible que todos recibieran este último sacramento en el transcurso de sólo un día.
En muchas parroquias y en muchas celebraciones al aire libre, esto se ha convertido en un problema insuperable, ya que muchas personas piensan equivocadamente que deben esperar hasta el día de la Fiesta para confesarse. La gente hace fila por horas esperando confesarse y a veces no todos pueden recibir este sacramento. Simplemente no hay suficientes sacerdotes para atender a las multitudes y el tiempo no alcanza para atenderlos a todos. Esto se convierte en una carga desagradable tanto para los sacerdotes como para la gente, lo cual da como resultado que algunas veces los sacerdotes se rehusen a celebrar la Fiesta de la Misericordia.
La mejor manera de proceder, en este caso, es realizar nuestra confesión antes de la Fiesta. El Cardenal Francisco Macharski, Arzobispo de Cracovia, Polonia, y un gran promotor de la devoción a la Divina Misericordia, señala que debemos estar preparándonos para la Fiesta de la Divina Misericordia durante toda la Cuaresma y que deberíamos confesarnos incluso antes de la Semana Santa. En su carta pastoral de 1985, dirigida a los fieles de su arquidiócesis, escribe:
“Durante la Cuaresma exhorto insistentemente a todos que aprovechen el Sacramento de la Reconciliación. Sigamos recibiendo del Señor Jesús Resucitado el regalo de la remisión de los pecados a través de la Confesión. Sigamos descubriendo nuevamente al Padre rico en misericordia, quien espera la conversión de sus hijos pródigos, a cuyos corazones llama Cristo Crucificado. Pido de todo corazón que los sacerdotes atiendan compasivamente a los que se acercan a los confesionarios y que los fieles no posterguen la Confesión hasta la Semana Santa.”