Nuestra actitud misericordiosa también es un preparativo. Sin obras de misericordia, nuestra devoción no sería verdadera, porque Cristo no solamente revela la misericordia de Dios, sino que al mismo tiempo exige a los hombres comportarse con amor y misericordia. El Santo Padre afirma que este requisito constituye el corazón mismo del ethos [característica o actitud que distingue a un individuo o grupo] del Evangelio (Rico en Misericordia, 3). Es el mandato del amor y su vez es la promesa de la bienaventuranza: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5, 7). Esta misericordia debe ser clemente, verdadera y universal, manifestada con buenas palabras, obras y oraciones para el prójimo.
Las palabras de nuestro Señor a Santa Faustina sobre el requisito de ser misericordiosos son muy fuertes y no dejan la posibilidad a una interpretación errónea:
Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Sí, el primer domingo después de Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también debe estar presente la acción … (Diario, 742).
Para vivir la Fiesta de la Misericordia apropiadamente, debemos recordar los siguientes puntos:
*Venerar una imagen o una estatua sagrada significa realizar algún acto o demostración de profundo respeto religioso hacia ella por la persona a quien representa, en este caso, a nuestro Misericordiosísimo Salvador.