El Corazón de Cristo es la fuente inagotable de misericordia

El viernes, después de Corpus Christi, celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Corazón que hace dos mil años comenzó a latir en el seno de María Santísima y que trajo al mundo fuego del amor de Dios. El Corazón de Cristo encierra un mensaje para todo hombre; habla también al mundo de hoy. En una sociedad, en la que la técnica y la informática se desarrollan a un ritmo creciente y la gente se siente atraída por una infinidad de intereses a menudo contrastantes, el hombre corre el riesgo de perder su centro, el centro de sí mismo. Al mostrarnos Su Corazón, Jesús nos recuerda ante todo que allí, en la intimidad de la persona, es donde se decide el destino de cada uno, la muerte o la vida en sentido definitivo. Él mismo nos da en abundancia la vida, que permite a nuestro corazón endurecido a veces por la indiferencia y el egoísmo, abrirse a una forma de vida más elevada. El Corazón de Cristo crucificado y resucitado es la fuente inagotable de gracia donde todo hombre puede encontrar siempre amor, verdad y misericordia.

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el Costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. Jesús mismo, en siglo XVII, en Paray-le- Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitivamente y específicamente la devoción a Su Sacratísimo Corazón.

Nuestro Señor se le apareció y le mostró Su Corazón a Santa Margarita María Alaco. Su corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de Su Corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a nuestro Señor decir: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio..." Con estas palabras nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a Su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de nuestro Señor Jesucristo y a Su amor no correspondido, representado por Su Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.

Las doce promesas del Sagrado Corazón

*Jesús le dio a Santa Margarita para aquellas almas devotas a Su *Corazón las siguientes promesas:

*Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.

*Les daré paz a sus familias.

*Les consolaré en todas sus penas.

*Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.

*Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.

*Las almas tibias se volverán fervorosas.

*Las almas fervorosas harán rápidos progreso en la perfección.

*Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.

*Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.

*Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.

Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón que Su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán sin recibir los Sacramentos y mi corazón divino será su refugio en aquel último momento.

Devoción de los nueve primeros viernes

Una de las prácticas principales vinculadas a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es la devoción de los nueve Primeros Viernes de mes, la cual se deriva de una de las doce promesas que Jesús hizo a Santa Margarita. La Iglesia siempre ha consagrado los viernes a nuestro Señor Jesucristo, en conmemoración de Su dolorosa pasión. Hoy se le consagra aún de un modo más especial, desde que Jesús mismo se apareció a Santa Margarita, haciéndole la gran promesa de la comunión en los Primeros Viernes de mes. Debido a esta maravillosa promesa, esta devoción es hoy en día una de las más populares en la Iglesia.

Fiesta del Inmaculado Corazón de María

Esta fiesta que se celebra el sábado está íntimamente vinculada con la del Sagrado Corazón de Jesús, la cual se celebra el día anterior, viernes. Ambas fiestas se celebran respectivamente, en la semana siguiente después de Corpus Christi. Los Corazones de Jesús y de María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad desde el momento de la Encarnación. La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de María. Por eso nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.
La fiesta del Inmaculado Corazón de María fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el Papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, para obtener por medio de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las Virtudes."

Después de Su entrada al Cielo, el Corazón de María sigue ejerciendo a favor nuestro Su amorosa intercesión. El amor de Su Corazón se dirige primero a Dios y a Su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal sobre todo el género humano que Jesús estando en la cruz antes de morir le confió; y así la veneramos por la santidad de Su Inmaculado Corazón y le solicitamos Su ayuda maternal en nuestro camino a Su Hijo.

Una práctica que hoy en día forma parte integral de la devoción al Inmaculado Corazón de María, es la devoción e los cinco Primeros Sábados de mes. En diciembre de 1925 la Virgen se le apareció a Lucia Matos, vidente de Fátima y le dijo: "yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario, con intención de darme reparación." Junto con la devoción de los nueve Primeros Viernes del mes, ésta es una de las devociones más conocidas entre el pueblo creyente.

Entreguémonos al Corazón de María diciéndole: ¡Llévanos a Jesús de tu mano! ¡Llévanos, Reina y Madre, hasta las profundidades de Su Corazón adorable! ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!



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